viernes, 13 de julio de 2012



Con una rosa en tu boca,

con una mano en tu seno desnudo,
con un susurro subdérmico que cae por tu espalda,
eres mi musa, desbordada de locura,
torrente bordado de labios que curan.
Rompes con tus tacones
todos los cristales de mi alma;
le vuelas la cabeza al imperioso sol poniente
con un disparo de tus labios húmedos
y entreabiertos, como un anhelo amatista;
los crepúsculos clarean en tus manos,
se vuelven porvenir en medio de un negro ósculo,
me vuelvo tempestad
engarzando luces y sombras y otros bocadillos,
cocinándote en un incesante e inmanente
devenir.

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