miércoles, 1 de junio de 2011

Sólo el viento reconoce lo que la luna llora,

y es que derrama lágrimas en grandes caudales,

una a una se desojan las rosas,

se desvisten los juncos,

desnudos ante la tierra olvidan tu voz.

Sólo el sol reconoce el dolor de mi alma,

que se marchita como playa en primavera,

decolorando cada otoño las ramas de mis ojos.

Sí, la certeza me abandona lentamente,

el dintel de la puerta ahora es más grande,

tan grande como el amor que siento por ti, creciente.

Sólo el viento reconoce lo que mis manos dicen,

tu corazón lo que mis ojos callan

y los demás, los demás ignora lo que mi boca habla.

Aunque todo esto pase, lo único que mantiene a mi corazón vibrante

es tu sonrisa, misma que abrazo cada mañana con un café,

un café y el primer “Te amo” de cada aurora.